Evita al escribir...

1.- Los personajes planos.

Ninguno de nosotros somos perfectos, al igual que hay algo que no se nos da bien, ni tenemos la frase idónea para cada momento. ¿Por qué nuestros personajes tienen que ser así?

Normalmente se usa la expresión “tener personajes redondos”, pero yo cuando leo esto se viene a mi mente una bola de carne de dos metros de diámetro con una mini cabecita y cuatro mini extremidades… Así que prefiero decir que los libros deben tener “personajes reales”. Aunque nuestra novela sea de fantasía, ciencia ficción o de un género no-real, creo que es importante que, al menos nuestros protagonistas, sean lo más reales posible.

¿Cómo se hace esto?
Mira a tu alrededor.

Intenta buscar a un conocido o a un individuo que se parezca a lo que tienes en mente. Ponle cara a tu personaje, así como vida y una ocupación. 
¿De qué trabaja? ¿De qué vive? ¿Dónde vive? ¿Cómo es? ¿Qué personalidad tiene? ¿Qué físico tiene? ¿En qué destaca? ¿Qué no se le da bien?

¿Qué tenéis que evitar?

Pues los personajes que tienen un cuerpazo, al nivel de un modelo profesional, pero que también son listos e inteligentes, y saben luchar, y son tremendamente carismáticos, además tienen pasta y un gran gusto por todo en general, por no hablar que parecen adaptarse a todas las situaciones. 

Si es tan listo, ¿cuánto tiempo pasa al día leyendo? Entonces, ¿cuánto tiempo pasa haciendo ejercicio? Si tiene tanta pasta, ¿de dónde saca el dinero? Es carismático y tiene una gran vida social, ¿dónde conoce gente? ¿Tiene tiempo entre la lectura, el trabajo y el gimnasio para salir?

Es muy normal que proyectemos en nuestros protagonistas aquello que nos gustaría para nosotros, pero hay un límite que no es bueno cruzar. Si nosotros apenas tenemos tiempo para trabajar, cuidarnos y dedicarle tiempo a nuestro hobby, ¿Por qué lo pueden hacer nuestros protagonistas?

Y si esto hay que evitarlo en nuestros protagonistas, más en los secundarios o los “malos” de nuestra novela.

2.- Dar por sentados ciertos conceptos.

Sobre todo si es un único libro.

Si es una trilogía o contamos con varios libros, es relativamente normal que se dejen algunas preguntas sin responder. ¡Siempre que se respondan en las siguientes novelas! Dejar ese punto de intriga creo que está bien. ¡Aunque no hay que abusar!

Si tus novelas sale de los límites de la realidad, explica precisamente esos puntos en los que se salga. Los coches usan gasolina, si en tu novela no lo hacen, dilo; si de pronto dices un palabro raro que te has inventado, di lo que es; si hay reglas naturales que no se cumplen, avísalo.

No es necesario contar todo esto al principio del libro, sino que se puede ir intercalando a lo largo de la narración. De esta manera estás dando la información en pequeñas dosis mucho más accesibles.

También plantéate la relevancia de dicha información.

¿Afecta a la historia de forma directa? ¿Tiene relevancia? ¿Es importante? Pues dedícale su tiempo y explícalo.

¿No tiene relevancia? ¿No aporta nada? Pues sería bueno plantearse si añadirlo o no.

En este caso, ante la duda, explícalo. A los lectores nos gusta tener información sobre lo que leemos, siempre y cuando sea accesible y no suponga un engorro. Así que si para explicarme algo puedes usar un par de líneas en lugar de una página, usa un par de líneas. Sobre todo si no va a marcar una gran diferencia en la historia.

Por ejemplo, algo en lo que acabo de caer en este sentido, es que en pocos libros los protagonistas se sienten a comer o cenar. Se asume que lo hacen, aunque en pocos sitios he leído expresamente que esto lo hagan y le dediquen un tiempo (no cuento las típicas tabernas donde les sirven cerveza y algo de comer, hasta que alguien sale volando por la venta).

 3.- Mantener siempre el mismo ritmo.


Una novela se parece mucho a un disco de música: tiene baladas y luego canciones más movidas. Si lo trasladamos a las páginas de un libro, podemos decir que una novela tiene unas partes más sosegadas y luego partes más movidas.

Si entre las manos tenemos una novela solo de baladas, hay muchas opciones que nos aburramos.

Y si todo son canciones rápidas, también hay muchas opciones a que nos cansemos de tanto movimiento o que nos parezca todo igual.

Hay que ir intercalando. Usar las baladas para poner al día a los lectores, contarles ciertas cosas o, simplemente, que vean el día normal de nuestros protagonistas. Y luego usar las canciones movidas para darle ese ritmo extra que haga que te enganches.

Y, como todos los discos, hay novelas que tienen a ser más baladas mientras que otras tienden a ser más movidas. Aunque, en mi opinión, una buena novela destacará por jugar con ambos ritmos y no abusar expresamente de uno.

 4.- Los estereotipos o clichés.


Esto podría ser un añadido de los tres puntos anteriores.

Evitar protagonistas huérfanos, elegidos de profecías, gente única en su especie por algo, el mentor anciano, que el malo vaya siempre de colores oscuros, que el malo sea malo malísimo y el bueno sea bueno buenísmo, que los buenos sean guapos y los malos feos, los aliados que solo aparecen en los momentos de apuros, los amores prohibidos que luego termina en felicidad, los protagonistas aprenden más rápido que el resto, las reuniones son siempre en sitios oscuros y secretos en lugar de en restaurantes o lugares luminosos, siempre hay un médico cerca o alguien que sepa curar heridas, los protagonistas siempre encuentran el amor, siempre hay alguien que busca venganza, etc., etc.

Y hasta aquí. Seguro que hay más, sobre todo los que cometo yo mismo, pero por el momento es suficiente.

Ante todo, importante decir que estas es mi opinión, tanto como lector desde mi tierna infancia, como escritor novato. Alguno de vosotros coincidiréis, otros no, pero así es la vida.


También añadir que, aunque son cosas que creo que hay que evitar, eso no quita para que no se puedan usar en las novelas. Harry Potter tiene un montón de clichés y mira donde ha llegado. Así que, ¿por qué no ibas a poder usar tú alguno?

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