Ser escritor: El poder de las rutinas.


                Ya tengo un par de entradas en el blog sobre “Ser escritor”. Ya he hablado de dar forma a la idea, de hacer una estructura y si, el ser escritor, da para vivir. Pues bien, una vez que ya tenemos el concepto de novela y la estructura lista para empezar a escribir, ¿cuál es el siguiente paso? Pues ese mismo, escribir. La cuestión es, ¿por dónde se empieza?

                El mes pasado, en mi otro Blog, hable en parte del tema de rutinas y de dar pasos cortos, pues bien, para escribir es igual.
                Una novela tiene, ¿cuántas? ¿200? ¿300 páginas? Algunas hasta más. Sí, son muchas páginas y muchas palabras, de manera que no es algo que podamos escribir en una semana. Normalmente escribir una novela puede ser un proceso que dure varios meses, en mi caso, Los Descendientes, escribía el libro en 3 meses (eso lo que sería el primer borrador). Es un trabajo a largo plazo, extenso y, a veces, incluso pesado. De manera que mi recomendación es ponerte objetivos a corto plazo.
            
    Por ejemplo, es mucho más productivo, y realista, que te pongas la rutina de escribir al menos una página al día. ¡Sí! ¡Lo sé! Una página es muy poco, seguro que estás pensando que una página se escribe hasta con los ojos cerrados. Si piensas eso, genial, perfecto. Aunque, al ponerte a escribir, te darás cuenta que a veces no es tan sencillo, ya que hay tramos en los que te atascas, cosas que te cuestan más o que, simplemente, te quedas sin inspiración en un momento concreto y te bloqueas. Por eso es mejor empezar poco a poco y coger el ritmo.
                Una vez que ya tengas esta rutina, te darás cuenta que una página al día es poco y que ya empiezas a escribir más rápido, de manera que empieza a subirte esa “rutina” por ejemplo a dos al día, hasta que vayas subiendo el ritmo. En mi caso, al final de mi novela, la mayoría de los días escribía unas cinco páginas al día, aunque había veces que eran dos o tres, mientras que otras llegaba a las diez.
                También puede que te pase que te des cuenta que te bloquees o te aceleres según las páginas que lleves. Por ejemplo, el escritor Javier Ruescas (del cual ya hablaré de él más adelante) dice que las 100 primeras páginas las escribe casi sin darse cuenta. Le cuesta más escribir a partir de esas 100. A mí, por el contrario, llegar a las 100 primeras me cuesta horrores, pero una vez que llego, como que veo que el libro ya tiene forma y me cuesta mucho menos escribir. De manera que aquí, cada uno, es cuestión de conocerse y ver lo que le viene mejor. Puede que a ti te cueste menos escribir a partir de las doce de la noche, o puede que te sea más fácil escribir con el estómago lleno.

                De manera que comienza con tus rutinas, poco a poco, y luego empieza a subir el ritmo de escritura. ;)

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