¿Escritor nocturno?

Soy una persona a la que le encanta dormir, pero no le gusta irse a la cama... ¿Raro?

¡El caso! Se podría considerar que dormir es una de mis grandes debilidades, uniéndose al chocolate y al material de papelería: puedo comer chocolate en cualquiera de sus formas y sabores, incluso he podido comerme una tableta entera yo solo en menos de una hora; siempre que entro a una papelería compró algo más de lo que tenía previsto, ya sea una carpeta, un bolígrafo o algo que no tengo y que no sé para qué lo necesito, pero lo compro igual (el último ejemplo de esto es un rotulador blanco, ¡blanco! ¿Para qué quiero un rotulador blanco? Pues lo compré); y me encanta dormir, puedo poner el despertador media docena de veces, que lo apago para girarme y seguir durmiendo, aunque sean las once del mediodía.

Es cierto, tengo que confesar, que tal vez sea por la edad o por vivir en pareja, que ya hace mucho tiempo que no me levanto tarde, y hablo de tarde como las doce del medio día. Creo que en los últimos cinco o seis años, la hora más tarde a la que me he levantado han sido las once. Así que me estoy rehabilitando un poco. Solo un poco.

¿Y a qué viene todo esto? Pues claro, si me levanto tarde, por la noche no suelo tener sueño y me suelo acostar tarde, siendo uno de mis momentos preferidos del día para escribir.

Piénsalo un momento: por la noche está todo en silencio, pasan menos coches por la calle, los vecinos no hacen ruido, no te llama ni tu madre, ni ningún familiar, ni ningún amigo, ni ninguna persona para intentar venderte algo, tampoco llama el cartero o el repartidor, y tu perro está durmiendo en lugar de clavándote el hocico entre las costillas para que juegues con él. En definitiva, ¡silencio!

Creo recordar que las sesiones mas productivas de escritura que he tenido fueron de noche. Sobre todo en invierno, que montas tu pequeño nido entre las mantas y los cojines, con un colacao calentito al lado del ordenador y que el único sonido que escuchas sea el de los dedos contra el teclado.

Es algo mágico.

Por eso creo que me definiría como un escritor nocturno.

Esto no quiere decir que no escriba durante el día, ¡lo hago! Pero, sí es cierto, que noto que soy más productivo o que estoy más inspirado (llámalo como quieras), por la noche.

Ultimamente intento aprovechar las horas de la mañana para trabajar cosas de estructura, el blogtwitter o postear en instagram; después de comer es cuando lo dedico a escribir la novela en la que esté trabajando, dejando para la noche alguna parte en la que esté más atascado o que requiera que esté mucho más centrado. Aunque ya digo que esto lo hago ahora que, muchas mañanas, tengo que madrugar y no me puedo quedar la noche anterior escribiendo (porque sino luego no rindo nada al día siguiente)

¿A ti te pasa?

¿Eres más un escritor diurno? ¿Nocturno? ¿Post-siesta?

¡Cuéntamelo!

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